«¿¡Quieres dejar de llorar!?», le grité. Puedes creer que si lo sientes,
si lo piensas, si se ajusta a tu concepto del mundo, será verdad. Pero
es solo una ilusión, una fantasía. No es lo que dice la física, la
gravedad te agarrará y tirará de ti cada vez más rápido hasta detenerse
allá abajo, en la acera, y en una desaceleración de nanosegundos tu
cuerpo se hará pulpa y astillas. Ella dudó, luego miró el alféizar,
soltó las manos y se dejó caer… volando como las golondrinas.
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