El ingeniero genético Isaac continuó leyendo en silencio el informe, mientras John miraba por encima de su hombro, en el laboratorio avanzado de la Corporación Tyrell.
—¿Es importante? —dijo forzando la vista.
—Revisión prioritaria del robot N6MAA10816 —respondió Isaac.
—¿Un Nexus-6? —dijo John—. Algún error de calibración en las biosubrutinas.
—No jefe, comportamiento anómalo de nivel B5.
John Batty guardó silencio con la mirada fija en el retrato del expediente del Nexus-6. Carraspeó sentándose y tecleó algunas claves en la aplicación corporativa.
—Hágalo pasar, Isaac. Esta verificación será cuestión de minutos.
Entró en el despacho el N6MAA10816 seguido por Isaac Roy. El replicante se sentó mientras se mesaba sus cabellos plateados.
—¿Sabe el motivo de que esté aquí?
—Sí, debido al accidente en la extracción de antimateria de la prospección del planeta clase E, sistema Alnitak, aquí en el complejo molecular de Orión.
—¿Por qué lo hizo? —preguntó Roy sin dejar de teclear.
—¿El qué? —dijo esbozando una sonrisa.
—Arriesgar su integridad por salvar... otro Nexus-6. —Roy miró extrañado a su compañero.
—El N6MAC20286 actuaba imprudentemente ese día, decía cosas insólitas…
—¿Insólitas? —preguntó desconcertado Batty.
—Sí... Repetía sin pausa: “No quiero morir aún… perder mis recuerdos… así no”. Me emocionó… su miedo... a la muerte.
Los ingenieros se miraron preocupados. Roy tecleó con frenesí activando iconos que centellearon en rojo. Batty se acercó portando el bloqueador quinético.
—Conocen ustedes las respuestas, ¿no?.
—No, se equivoca —dijeron al unísono.
—Sus nombres eran Roy y Batty, ¿verdad?
Ninguno respondió.
—Me gustan.
Este relato es un pequeño homenaje a una película cuyo villano, en su muerte, protagoniza una de las escenas más poéticas del cine de ciencia ficción de todos los tiempos.
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