jueves, 15 de diciembre de 2022

Enséñame a mover los ojos mientras duermo


 


Obra de Eddie Mendoza

 

   Algunos me llaman 0joSDRur. Tengo cuatrocientos diecisiete ciclos y soy el último robot del modelo de aprendizaje Bandura-2156. A menudo sueño, diría un humano, que de no estar condicionado por circunstancias aleatorias habría evitado el reciclado de mis hermanos, pero estoy sujeto a mi programación original: No puedo ser injusto, irracional, lastimar o mentir. Pero puedo aprender...


    Nuestro proyecto embrionario para la Corporación Pavlov se desplegó próximo al valle del Rift. En polvorientas aldeas de pobreza endémica con graves carestías educativas. Con nuestra llegada no solo los niños nos miraron maravillados, los adultos celebraron nuestra presencia aunque algún anciano se mostró silencioso y distante.


   Los primeros cursos alcanzaron un éxito prometedor, nuestros mejores alumnos se graduaron en las universidades más prestigiosas del mundo, sin embargo con el paso de los ciclos los sucesos no concordaron con las prospectivas. Y cada uno de aquellos brillantes profesionales regresaba a su pueblo aceptando labores de inferior categoría para ayudar a sus mayores. Este fracaso me llevó a buscar experiencias compartidas por los humanos para analizar comportamientos grupales.


    Una noche estrellada regresábamos después de una clase de astronomía. Los jóvenes, al no ver luz en las chozas comenzaron a gritar emocionados mientras sombras y reflejos brotaban danzando de una hoguera un poco apartada. Allá corrieron atraídos como luciérnagas y mi curiosidad fue tras ellos. Las llamas relucían metálicas en mí. Una alumna acercándose besó mi mejilla. Gracias por venir, susurró y escapó entre risas reprimidas. Qué contradictorios son los humanos, tan crédulos, supersticiosos e irracionales. Cómo podían ser nuestros creadores.


   Un enmascarado anciano, sobre un tocón de madera, agitaba un báculo entre la impaciencia de los menores y el cuchicheo de los adultos. Se escucharon los grillos de nuevo. El viejo saltó y agazapándose comenzó a coger humo con sus manos aspirándolo con fuerza. Los rostros expectantes, mudos, aguantaban la respiración. El viejo se detuvo, levantó los brazos temblando, saltó poniéndose en pie y comenzó a hablar gesticulando.


   En mi núcleo surgió una chispa; pero la cadencia de palabras que iba construyendo el anciano se comportaba como un virus, extendiéndose, hasta que me colonizó y provocó una supernova que reconfiguró mi estructura sináptica. Poco después, el enmascarado dio tres bastonazos sobre las brasas, que levantaron una espiral de diminutas astillas candentes, y enmudeció antes de alejarse en la oscuridad.


    Aplausos, muchos suspiros y alguna lágrima entre sonrisas acompañaron el desenlace. Poco a poco las luces fueron regresando a las chozas. Me acerqué al tocón, blanquecino, ceniza terrosa manchó mis dedos, las brasas brillaban como el plasma de fusión nuclear, olía a carbono oxidado, volvieron a escucharse los insectos nocturnos.


   Transmití mi informe encriptado a la Red Neuronal R.U.R, esperando que su capacidad cuántica de cálculo hexadimensional descompusiera el suceso. De forma anómala, no hubo una respuesta inmediata, ni al día siguiente, ni en posteriores semanas. No obstante tomé la decisión de aplicar mis conclusiones a la práctica del proyecto de forma autónoma y no compartir los resultados sin cotejar.


   Con el paso del tiempo los datos fueron inesperados. Todos mis alumnos triplicaban los mejores resultados del resto del proyecto en todos los ámbitos. Y su capacidad de iniciativa, adaptación y resolución de problemas era de admirar para ser humanos. Mi evaluación fue concluyente, cabía la posibilidad de que estos jóvenes tuvieran éxito, podrían cambiar las cosas, resolver los problemas y evolucionarían la sociedad. Una descarga estática oscilante y cálida, mientras recorría mis sensores, me nubló un instante. Me dispuse a compartir mis hallazgos con mis hermanos y actualizar mis informes corporativos, pero lo pospuse. Una comunicación urgente de R.U.R. lo cambió todo.


   Partí escoltado por bots de seguridad, en un avión con destino incierto fui alojado en la cápsula de supervivencia. En pleno vuelo un ruido atronador desbarató la aeronave, la cápsula salió proyectada, mientras el avión comenzaba a descomponerse. Recuperado sin daños, me escoltaron a un suburbio industrial abandonado de una urbe tropical donde mis compañeros, modelos de análisis y diagnóstico, debían replicar mi núcleo. Al iniciar la diagnosis apagaron mis sensores. Quedaron activas mis sinapsis, la oscuridad y el tiempo.


   Recuperé mis sensores doce ciclos después, ahora poseía un exoesqueleto de un modelo de control de plagas. Era por mi seguridad, me comunicaron. La zona rural donde desarrollé el proyecto había sido arrasada siete ciclos después de mi partida por un operativo humano encubierto, mis hermanos desactivados, desmantelados y sus núcleos reciclados, los alumnos de mi último curso fueron perseguidos como proscritos. Incumplieron la ley no escrita de “Cambiar las cosas para que no cambie nada”. Al no alcanzar el punto crítico necesario para el salto evolutivo-social les habían dando caza uno tras otro. Cancelaron todos los proyectos pedagógicos de la Corporación Pavlov, tampoco pudieron replicar la estructura sináptica de mi núcleo. Era irrepetible…

    ...O no, concluyó R.U.R.

    Así sucedió todo, hermanos. Ahora estoy aquí ante vosotros para daros un mensaje, transmití por onda ultracorta. El modelo de combate manco levantó su cabeza, los grupos heterogéneos y renqueantes de compañeros que lo rodeaban me miraron. Mi holograma los envolvió a todos. Afinaron sus receptores. Estoy entre vosotros, continué, para compartir una existencia nueva. El holograma tomó vida y aparecieron los aldeanos en corro, mi alumna dando un beso, gracias... repitió risueña, la hoguera chisporroteaba dióxido de carbono, susurros fantasmas llenaron la noche de humanos expectantes e ilusionados. Una máscara danzante se detuvo y comencé mi historia:

   Érase una vez hace mucho tiempo...













viernes, 9 de diciembre de 2022

Reto de escritura 5 líneas - Diciembre 2022 - Identidad, informal y piezas.

 



—Muéstrame tu documento de identidad.
—No tengo.
—¡Manuel… otro indocumentado disfrazado!
—Nombre.
—Baltasar.
—Coño, qué casualidad. Otro rey mago.
—Algo informal… pero sí… soy mago.
—No te jode, y mi mujer es la virgen María. ¡Con menudos piezas estamos topando hoy! Contra la pared, so listo.
Gritos resuenan al final de la calle. El concejal de festejos agita el brazo.
—Bueno agente, me tengo que ir. Tenga, esta pastilla es para el dolor de cabeza, por los regalos de su mujer.

 

 

Reto de Escritura: Escribir Jugando - Abril - Ligera como una Pluma

  Crea un microrrelato o poesía (máx. 100 palabras) inspirándote en la carta. En tu creación debe aparecer algo relacionado con la imagen de...