Nunca sabes cómo acabarás el día, de celebración con los amigos o
haciendo horas de más como penitencia por un fracaso. Ni lo primero es
tan provechoso, ni lo segundo es una calamidad. Al fin y al cabo, Van
Gogh en vida vendió solamente una pintura, pero los continuos altibajos
hicieron crecer su maravilloso arte. Por supuesto hay que evitar caer en
la desesperación, es muy inoportuno cortarse una oreja si no estás
loco.
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