Nunca soñé poder despertarme sin el sonido de la brisa entre los cocoteros, o sin las risas de las cacatúas o sin el pleitear de los macacos. La causa fue el rugido del Krakatoa. Junto a mi esposa e hija vimos atónitos como escupía rocas sobre la isla, pero nos abrazamos sonriendo cuando ríos de un rojo brillante descendieron por sus laderas. Ahora, todos en filas, cantamos joviales de camino al templo, se cumplió la profecía, ya todos los días serían felices.
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¡Hola, Carles! Sin duda que cuando todo está perdido, lo mejor es aceptar el destino con una sonrisa y un poquito de Fe en que al menos eso nos lleve a algo mejor. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias por la lectura y el comentario, David. A veces algunas personas puede llegar a tener dudas si es mejor la ignorancia o el conocimiento en nuestras vidas a la hora de enfrentar las calamidades que los hados o las hadas nos ponen en nuestro camino. Imagino que todo dependerá del resultado que se consiga para decantarse por un lado u otro.
ResponderEliminarPor aquí piso de nuevo, ya con un poco más de tiempo libre. Un abrazo.