martes, 12 de octubre de 2021

Elegidos para la gloria.

 

Glosario:


Nave Soyuz: La nave espacial Soyuz es un modelo de nave espacial tripulada que forma parte del programa espacial de la actual Rusia.

ISS: La Estación Espacial Internacional (en inglés, International Space Station [ISS]; es una estación espacial modular ubicada en la órbita terrestre baja (400 Km. Aprox.).

Banda Ku: El Segmento Orbital Estadounidense de la ISS hace uso de dos enlaces de radio diferentes: los sistemas de banda S (audio) y banda Ku (audio, video y datos). Estas transmisiones se enrutan a través del Sistema de Satélites de Seguimiento y Retransmisión de Datos estadounidense.

Nave Progress: Es una familia de naves no tripuladas rusas utilizadas para llevar víveres y combustible a estaciones espaciales.

Traje Sokol: El traje espacial Sokol es un tipo de traje espacial, descrito por sus creadores como un traje de rescate, y no está previsto para ser utilizado fuera de la nave en una caminata espacial (EVA).





ELEGIDOS PARA LA GLORIA


Houston, desacople correcto. Nave Soyuz alcanzando punto para maniobra descenso.

Recibido, ISS. Soyuz pasa control Baikonour, reentrada en siete minutos… ISS, pasamos banda Ku.

Banda Ku, recibido.

El ciclón cubría el océano con una espiral de nubarrones en su avance hacia Ceilán; la Soyuz, cada vez más minúscula, parecía que sería engullida por las nubes de forma sobrenatural.

¿Antonio?

Chisporroteo de las comunicaciones, el Sol poniéndose sobre Madagascar cambiaba los matices del océano hasta difuminarlos en la oscuridad sobre Australia y la Micronesia; toda Oceanía y el Sudeste asiático era un titilar de millones de granos de arroz que perfilaban el continente, sus arterias y los archipiélagos. En el Ártico flameaba la Aurora. Los Dioses tienen aquí su paraíso, pensó. Sintió un escalofrío y se apartó del ventanal de la cúpula donde había apoyado la mejilla en trance.

¿Estás ahí?

Sí, Houston. Perdonen.

¿Qué se siente siendo el único tripulante de la estación?

Más aliviado cuando tenga que ir al baño.

Las risas y los silbidos estallaron.

Al menos te has librado de Emer.

¡Por fin! Las noches fueron una pesadilla. Soñaba que el módulo de descanso se despresurizaba por algún fallo estructural para acabar despertándome sus ronquidos.

Serás quejica, Emer lleva veintitrés años casada… —Las carcajadas en el centro de control apagaron su voz.

Bueno, amigos, si no tienen nada pendiente para mí voy a descansar que mañana llega el módulo de carga.

En doce horas iniciamos el protocolo de atraque de la nave Progress. Buen descanso Antonio. Corto.

Sonreía y se despidió de ellos. ¿Su familia? Suspirando palpó el bolsillo, registró sin éxito su interior. Buscó entre el cableado y las tuberías del sistema de soporte vital, los monitores. Nada. Fue hacia la esclusa y miró hacia el otro compartimento. Allí estaba flotando una fina línea de papel fotográfico combado. Sofía y Melki nunca perdonarían que les abandonara en el espacio. Risueño continuó hasta llegar al laboratorio japonés.

¿Cómo se encuentran hoy, muchachos? —Ellos no le iban a prestar atención. Suficiente tenían con la ausencia de gravedad. El Hamster macho flotaba girando tras varios granos de maíz en su jaula, mientras la hembra aferrada a su noria bebía del conducto de agua. —Chicos son unos privilegiados, van a pasar a la historia de la humanidad si consiguen tener descendencia. No malgasten su tiempo. Les guiñó el ojo y se fue a descansar. Por fin dormiría de un tirón tras un mes con pesadillas.

Sofía le susurraba al oído mientras su cuerpo flotaba inerte en el agua tibia de la alberca. El sol jugaba al escondite tras las nubes intermitentes. El teléfono de su hijo comenzó a sonar con un zumbido extraño, incrementando su intensidad mientras Melki lo ignoraba.

Melki... por favor... atiende la llamada... ¡Melki!. —Oyó su propio grito al mismo tiempo que percibió el zumbido y las luces de emergencia del módulo. Dios mío, no puede ser verdad, pensó.

Se puso el traje Sokol, se desplazó al módulo Zvezdá comprobando los indicadores críticos. Resopló al comprobar que sólo fallaban los dos enlaces de radio, la estructura permanecía intacta. Ya más relajado se encaminó al módulo de comunicaciones. Al pasar cerca de una escotilla panorámica, la escena le puso los pelos de punta. A oscuras la mitad de Europa estaba arrasada por gigantescos incendios y el continente Americano amanecía salpicado de cráteres y humo. La Estratosfera brillaba iridiscente bajo una densa lluvia de bólidos. Ningún sistema de comunicaciones satelital podría sobrevivir aquello, ni tampoco la Estación, pensó.

Antonio sintió como si un par de cangrejos se estuvieran peleando en su vientre. Maldijo su suerte y comenzó a golpearse su casco negando con impotencia hasta que una sacudida y trozos volando de paneles fotovoltaicos anticiparon el estruendo y la despresurización. Miró por la escotilla que daba a los paneles. Las estrellas desaparecían y solo quedaba oscuridad, una oscuridad artificial.

La cápsula de escape, se dijo impulsivamente. Transitaba esperanzado el segmento ruso pero la estación colapsó, todos los sistemas fueron fallando, y lo envolvió la oscuridad . Solo el haz que iluminaban las luces de su casco le mostraba el caos de cables, paneles y tuberías en el que se había convertido la estación. Comenzaba a sentir frío. No podía avanzar, se agitaba como una mosca en una tela de araña. Hiperventilando, su corazón saltaba en sus oídos. Pero se paralizó, sus ojos quisieron gritar como su boca.

 
Un exoesqueleto biomecánico cubría los miembros inferiores de un ser bípedo que se aproximaba atravesando la maraña. Su tronco no difería, un brillo metálico traslucía a través del perfil orgánico. Sintió un pinchazo y un escalofrío eléctrico eclipsó su mente.

El murmullo del oleaje, la brisa marina, el cálido sol. Antonio comenzó a mover su dolorido cuerpo sintiendo la arena en sus manos. Menuda pesadilla, se dijo desorientado. Se incorporó, pestañeando por la luminosidad y se restregó las manos en su camiseta, pero se detuvo. Vestía su traje espacial. Miró alrededor, parecía una playa caribeña, pero nada aparentaba ser real. A veinte metros había una mujer quitándose un traje espacial chino. Sorprendido, gritó y corrió torpemente a su encuentro. Ella no se inmutó. Algo le paró en seco derribándole, entonces la mujer se acercó arrojando una piedra que hizo que se iluminase la malla invisible que los separaba.

Espero que tengas algunas respuestas, susurró ella —Esbozó una angustiada sonrisa y miró perpleja hacia las hamacas, los columpios y la piscina del bungaló.

 


 


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