jueves, 15 de diciembre de 2022

Enséñame a mover los ojos mientras duermo


 


Obra de Eddie Mendoza

 

   Algunos me llaman 0joSDRur. Tengo cuatrocientos diecisiete ciclos y soy el último robot del modelo de aprendizaje Bandura-2156. A menudo sueño, diría un humano, que de no estar condicionado por circunstancias aleatorias habría evitado el reciclado de mis hermanos, pero estoy sujeto a mi programación original: No puedo ser injusto, irracional, lastimar o mentir. Pero puedo aprender...


    Nuestro proyecto embrionario para la Corporación Pavlov se desplegó próximo al valle del Rift. En polvorientas aldeas de pobreza endémica con graves carestías educativas. Con nuestra llegada no solo los niños nos miraron maravillados, los adultos celebraron nuestra presencia aunque algún anciano se mostró silencioso y distante.


   Los primeros cursos alcanzaron un éxito prometedor, nuestros mejores alumnos se graduaron en las universidades más prestigiosas del mundo, sin embargo con el paso de los ciclos los sucesos no concordaron con las prospectivas. Y cada uno de aquellos brillantes profesionales regresaba a su pueblo aceptando labores de inferior categoría para ayudar a sus mayores. Este fracaso me llevó a buscar experiencias compartidas por los humanos para analizar comportamientos grupales.


    Una noche estrellada regresábamos después de una clase de astronomía. Los jóvenes, al no ver luz en las chozas comenzaron a gritar emocionados mientras sombras y reflejos brotaban danzando de una hoguera un poco apartada. Allá corrieron atraídos como luciérnagas y mi curiosidad fue tras ellos. Las llamas relucían metálicas en mí. Una alumna acercándose besó mi mejilla. Gracias por venir, susurró y escapó entre risas reprimidas. Qué contradictorios son los humanos, tan crédulos, supersticiosos e irracionales. Cómo podían ser nuestros creadores.


   Un enmascarado anciano, sobre un tocón de madera, agitaba un báculo entre la impaciencia de los menores y el cuchicheo de los adultos. Se escucharon los grillos de nuevo. El viejo saltó y agazapándose comenzó a coger humo con sus manos aspirándolo con fuerza. Los rostros expectantes, mudos, aguantaban la respiración. El viejo se detuvo, levantó los brazos temblando, saltó poniéndose en pie y comenzó a hablar gesticulando.


   En mi núcleo surgió una chispa; pero la cadencia de palabras que iba construyendo el anciano se comportaba como un virus, extendiéndose, hasta que me colonizó y provocó una supernova que reconfiguró mi estructura sináptica. Poco después, el enmascarado dio tres bastonazos sobre las brasas, que levantaron una espiral de diminutas astillas candentes, y enmudeció antes de alejarse en la oscuridad.


    Aplausos, muchos suspiros y alguna lágrima entre sonrisas acompañaron el desenlace. Poco a poco las luces fueron regresando a las chozas. Me acerqué al tocón, blanquecino, ceniza terrosa manchó mis dedos, las brasas brillaban como el plasma de fusión nuclear, olía a carbono oxidado, volvieron a escucharse los insectos nocturnos.


   Transmití mi informe encriptado a la Red Neuronal R.U.R, esperando que su capacidad cuántica de cálculo hexadimensional descompusiera el suceso. De forma anómala, no hubo una respuesta inmediata, ni al día siguiente, ni en posteriores semanas. No obstante tomé la decisión de aplicar mis conclusiones a la práctica del proyecto de forma autónoma y no compartir los resultados sin cotejar.


   Con el paso del tiempo los datos fueron inesperados. Todos mis alumnos triplicaban los mejores resultados del resto del proyecto en todos los ámbitos. Y su capacidad de iniciativa, adaptación y resolución de problemas era de admirar para ser humanos. Mi evaluación fue concluyente, cabía la posibilidad de que estos jóvenes tuvieran éxito, podrían cambiar las cosas, resolver los problemas y evolucionarían la sociedad. Una descarga estática oscilante y cálida, mientras recorría mis sensores, me nubló un instante. Me dispuse a compartir mis hallazgos con mis hermanos y actualizar mis informes corporativos, pero lo pospuse. Una comunicación urgente de R.U.R. lo cambió todo.


   Partí escoltado por bots de seguridad, en un avión con destino incierto fui alojado en la cápsula de supervivencia. En pleno vuelo un ruido atronador desbarató la aeronave, la cápsula salió proyectada, mientras el avión comenzaba a descomponerse. Recuperado sin daños, me escoltaron a un suburbio industrial abandonado de una urbe tropical donde mis compañeros, modelos de análisis y diagnóstico, debían replicar mi núcleo. Al iniciar la diagnosis apagaron mis sensores. Quedaron activas mis sinapsis, la oscuridad y el tiempo.


   Recuperé mis sensores doce ciclos después, ahora poseía un exoesqueleto de un modelo de control de plagas. Era por mi seguridad, me comunicaron. La zona rural donde desarrollé el proyecto había sido arrasada siete ciclos después de mi partida por un operativo humano encubierto, mis hermanos desactivados, desmantelados y sus núcleos reciclados, los alumnos de mi último curso fueron perseguidos como proscritos. Incumplieron la ley no escrita de “Cambiar las cosas para que no cambie nada”. Al no alcanzar el punto crítico necesario para el salto evolutivo-social les habían dando caza uno tras otro. Cancelaron todos los proyectos pedagógicos de la Corporación Pavlov, tampoco pudieron replicar la estructura sináptica de mi núcleo. Era irrepetible…

    ...O no, concluyó R.U.R.

    Así sucedió todo, hermanos. Ahora estoy aquí ante vosotros para daros un mensaje, transmití por onda ultracorta. El modelo de combate manco levantó su cabeza, los grupos heterogéneos y renqueantes de compañeros que lo rodeaban me miraron. Mi holograma los envolvió a todos. Afinaron sus receptores. Estoy entre vosotros, continué, para compartir una existencia nueva. El holograma tomó vida y aparecieron los aldeanos en corro, mi alumna dando un beso, gracias... repitió risueña, la hoguera chisporroteaba dióxido de carbono, susurros fantasmas llenaron la noche de humanos expectantes e ilusionados. Una máscara danzante se detuvo y comencé mi historia:

   Érase una vez hace mucho tiempo...













viernes, 9 de diciembre de 2022

Reto de escritura 5 líneas - Diciembre 2022 - Identidad, informal y piezas.

 



—Muéstrame tu documento de identidad.
—No tengo.
—¡Manuel… otro indocumentado disfrazado!
—Nombre.
—Baltasar.
—Coño, qué casualidad. Otro rey mago.
—Algo informal… pero sí… soy mago.
—No te jode, y mi mujer es la virgen María. ¡Con menudos piezas estamos topando hoy! Contra la pared, so listo.
Gritos resuenan al final de la calle. El concejal de festejos agita el brazo.
—Bueno agente, me tengo que ir. Tenga, esta pastilla es para el dolor de cabeza, por los regalos de su mujer.

 

 

jueves, 10 de noviembre de 2022

El bueno, el feo y el malo.

 

Se cierra la celda.

¡Coño, compañero nuevo? —sonrió Manuel.

Temporalmente, no te hagas ilusiones —dijo Pietro abatido.

¿Y qué marrón es el tuyo?

Ni puñetera idea, yo solo era el responsable comercial de Rainbowpeace.

Pero esos son los eco-terroristas, ¿verdad?

No somos terroristas. ¿vale? No demostraron que matásemos a nadie.

Claro, estás en chirona por equivocación y en este módulo de alta seguridad porque te confundieron con otro —Guiñó un ojo—. Tranquilo, hay decenas como tú aquí dentro.

Vete a la mierda, no somos terroristas, no tuve nada que ver con la explosión en la Sagrada Familia. Me condenaron por pertenencia a grupo criminal y otras gilipolleces, pero todo está recurrido.

Gilipolleces. Pasar más de veinte años enchironado. A eso lo llamas tú, ¿gilipolleces?

Déjame en paz.

Bueno. Al menos no has salido con la tontería de las conspiraciones y demás zarandajas, como el último que compartió celda conmigo. Decía que lo habían enjaulado por cantar canciones sobre matar policías corruptos, menuda milonga.

Pietro comenzó a reírse.

¿Qué? —Manuel miró extrañado— ¿Te hace gracia, no?

Llevas años encerrado aquí dentro, ¿no, iluso? Claro que me creo lo del cantautor. Con dieciocho años me detuvieron durante tres días por pintar un número en una pared. Me cayeron varios meses. Y la prensa no paraba de repetir que eramos unos terroristas —Pietro reía nervioso.

Un dibujo... ¿Qué fue sobre un mural de Banksy?

El grafiti era 1,5ºc. En una pared blanca de una pinacoteca. Por la lucha contra el calentamiento global.

 

 

domingo, 6 de noviembre de 2022

Reto de escritura 5 líneas - Noviembre 2022 - Necesidad, llaves, usuario.

 

 
 

Volvió a meterse bajo el sistema hidráulico. Cogió una de las llaves inglesas y tras apretar las tuercas esbozó una sonrisa.

Has tenido suerte, no hay necesidad de programarlo, unos puntos de soldadura y como nuevo. ¿Cómo se daño la armadura el robot?

Una inconsciencia. Paseábamos entre las hierbas altas, con el modo usuario activado, cerca de mi casa y un rinoceronte surgió tras unos matorrales.

Vaya, y el…

Negó con la cabeza y le mostró el cuerno que llevaba en su mochila.

lunes, 17 de octubre de 2022

¿romA?



Siete, como las vidas que debería tener un gato, respondí. La dependienta me entregó el ramo de rosas y agradeció la propina. Raquel le esperaba, como cuando se prometieron en el parque hace catorce años, en un banco de piedra del cementerio. Nervioso, indeciso por los remordimientos, no quería hacerla esperar.

Por el camino, corto paseo, recordé cómo nos conocimos, escapando de los grises y las bolas de goma, durante una manifestación estudiantil un 14 de abril hace ya quince años, parecía que fue la primavera pasada. Cómo imaginar que el patriarca del clan Heredia-Vargas, abuelo de Raquel, cuando supo que este jovenzuelo era el querido amigo de su nieta favorita, una de las gemelas, pondría el grito en el cielo en cuanto el chico se despidió y cruzó el umbral de la puerta. ¿¡Un payo, un payo, que baje dios y lo vea, pero que he hecho yo para merecer esto!? Gritaba sin preocuparse por la reacción de los alarmados vecinos.

Me detuve al pisar la gravilla y suspiré. Unas niñas jugaban y reían, bajo la mirada de sus padres, sendero arriba entre los cipreses; a un lado una anciana retocaba una corona de claveles tatareando una tonada, un poco más adelante los bancos de piedra. Ahora comprendía por qué Raquel eligió este sitio, Sofía nunca sospecharía de encontrarme allí.

Mayor fue la vergüenza que pasé cuando llevé a Raquel a casa para presentarle a mis padres y hermano. Esperaba un momento cálido, privado e íntimo y mi madre organizó todo un circo con primos, sobrinos y tíos, cuyos nombres ni recordaba. ¿Besos y abrazos? Solo susurros, codazos, y esa profunda incomodidad que un ominoso silencio subrayaba al paso de Raquel. Después abrazos a una cuarta del pecho, roces de mejilla y besos al aire. Aunque ninguno, aquella tarde, pudo derrotar su sonrisa.

Siempre embriagado por el éxtasis que me producía el contraste del brillo oscuro de su piel húmeda con sabor a hierbabuena sobre mi blanco vientre, el aroma a mirto de su cabello, sus ansiosos ojos felinos, sus dientes descolocados invitando siempre y ese ceceo tan risueño que disolvía arrugas en mi frente. Con ella pasaba por alto aquellos detalles que ahora me atormentaban.

Aspiré aliviado y esperé sentado en el banco.

Tan poco fue para tanto, ¿verdad? —susurró Raquel en mi nuca—. No, no mires, disimula o me voy.

Vale, testaruda. ¿Sabes? Adivinaste lo que pensaba —Cerré los ojos mientras me estremecía su silencio—. Despreocúpate Raquel, aquí no nos encontrará nunca Sofía.

¿Cuánto lleváis juntos? Diez, once años. Tenéis ya dos niños y el tercero en camino. Mi hermana gemela… la mayor de las dos y no la conoces aún... ¡Ay, mi rey, tan ingenuo como siempre, te comería todo!

¿Te gustan? —Sonreí inseguro.

Sabes de sobra que son mis flores favoritas. Déjalas ahí, junto a esa lápida, para que pueda disfrutarlas luego.

Estuve a punto de no venir.

Seguro que no se lo has dicho aún.

No encuentro la ocasión, Raquel, no quiero que sufran… ni ella ni los niños. Pero no puedo vivir sin ti.

Ya hemos hablado de esto, y habíamos llegado a un acuerdo. No... podemos... seguir... así.

Pero, Raquel, tienes que comprenderme —La angustia me torturó. Risas infantiles lejanas arañaron mis tripas. La lápida pareció deslucirse.

¡Anda! mira quién viene por el sendero. Si son tus nenes.

Asustado levanté la mirada. Mis hijos correteaban acercándose entre los macizos de flores. Sofía, con el vientre abultado, les seguía más atrás. No me dejes solo, Raquel, imploré mirando detrás mía, pero ya no estaba, se había escabullido entre los panteones o los cipreses más cercanos. Quedé embrujado como la estatua del ángel caído.

¡Papi!, gritaron al unísono al verme, y corrieron para abrazarse a mi cuello con tal cariño que mi corazón parecía descascarillarse por dentro. Los abracé como si fueran a desaparecer para siempre de un momento a otro y la vista se me nubló ante su sombra. Qué bella estaba embarazada.

Sofía, déjame que te explique.

Por favor, cariño, qué tienes que explicarme.

Tú, tú no… cómo lo explico… hoy... camino a la oficina, me encontraba mal... no podía aliviar ese dolor. Pensé en pasear… llegué hasta aquí...

Mis hijos me miraban sin sonreír. Me faltó el aire.

Niños, chocolate con churros para quien recoja el racimo de flores más bonito para papá... sin alborotar ¿vale? —Les engatusó Sofía. Se escabulleron en busca de flores, y sin los niños claudiqué.

Es Raquel, aún la quiero.

Yo también. Cada día que pasa la echo de menos.

¿¡Cómo!? —Un presagio atenazó mi garganta.

Sofía se sentó y agarró mis manos.

Ya son muchos años en los que no dejo de culparme por no haber llamado a la policía aquella noche en la que mi padre la encerró.

Pero... escapó... no estaba allí. ¿Verdad?

No, Manuel, desapareció, nunca regresó y mi padre jamás confesó la verdad—. Temblando me besó la mejilla —Y no es la primera vez que tenemos esta conversación aquí.

Sofía extendió la mano. Una pastilla brilló blanquecina.

Llevas tres días sin tomarla.

No puedo. Perderé a Raquel, otra vez —Sentí la garganta seca.

Sólo la recordarás… y no volveremos aquí por bastante tiempo —El mármol veteado refulgía bajo las rosas—. Por favor. Antes de que regresen los niños. Me pidieron en secreto, que al llegar a casa volvamos a ver juntos el álbum fotográfico de nuestra boda.




 

miércoles, 12 de octubre de 2022

Reto de escritura 5 líneas – Octubre 2022 – Hijo, biografía y trabajo.

 


Esparcí la documentación sobre la mesa, escruté las fotos de su hijo, cuñada y marido mientras ojeaba su biografía y analizaba su rutina semanal. Seguía desplazándose al trabajo en autobús... Sin escolta. Anoté: comprobar rutina, inconsistencia, poco fiable. Parecía un encargo fácil, no sería complicado simular un accidente o provocar un infarto. Lo difícil sería encontrar una buena coartada para que no me vincularan con la muerte de mi exmujer.

 

 

domingo, 11 de septiembre de 2022

LA PURIFICACIÓN DEL ESPÍRITU

 

 


 

—Brecht, Gide, Huxley, Kafka, Mayakovski, Wilde…
—Venga, decídete ya, escoge uno.
—Voy, voy… que no sé cuál llevarme.
—Da igual, si el resto de libros no los vas a volver a ver. Ese mismo. La guerra de los mundos.
—No, no. Ese no. Prefiero llevarme… Adiós a las armas.
—Vale, apresúrate que nos van a echar en falta.

    Franz se subió los calcetines hasta la rodilla y corrió tras Richard. Sus sombras pardinegras cruzaron el vestíbulo y trotaron sobre el empedrado en dirección al centro de Berlín. Eran dos estudiantes más entre los cientos que iban camino de la ceremonia.
 
    La muchedumbre se agolpaba en la plaza de la Ópera, sus caras iluminadas por las antorchas escondían sus emociones tras ojos enormes. La hoguera crepitaba hipnótica. Sólo dejaron pasar a los que portaban libros. Les dieron instrucciones claras y concisas en la fila. El calor acariciaba sus caras, manos y rodillas desnudas. Olía a papel quemado. Todo iba rápido, pronto llegarían a la pira.

—No acabo de entenderlo… Todos ellos… Conrad, Joyce, Remarque. ¿Qué tienen en común? —susurró Franz mirando los libros de los demás.

    Richard se giró contrariado. Sus minúsculas pupilas hundidas en un mar azul acerado. —Franz, no seas…

—Atentos en la fila —gritó un oficial de las SA.

    Paso a paso, con la boca seca, se acercaron a la hoguera. Soltaron lastre arrojando los libros a las llamas y suspiraron con fuerza. Miles de chispas doradas como falsas estrellas fugaces volaron en espiral hacia un destino incierto.

 
 

 

    Esta es mi aportación al reto propuesto por El Tintero de Oro para este mes: Escribir un micro a partir de la cita de un escritor con una extensión máxima de 250 palabras. La cita que la diosa Fortuna escogió para inspirarme fue:


    «Una ventana segura al alma de una persona es su lista de lectura». – Mary B. W. Tabor

 

    Espero que hayan disfrutado de la lectura del relato.

martes, 6 de septiembre de 2022

Reto de escritura 5 líneas – Septiembre 2022 – Concurso, malos y vuelve.


Vuelve, me dijo con voz trémula, son malos tiempos incluso para nosotros, los blancos. El desolador viaje de regreso me abrió los ojos. Sólo pájaros, muchos pájaros y ningún ser humano. Aquella pintura inacabada, un retrato de mi madre, debe seguir en el estudio, sobre el caballete, cubierta de polvo, esperando algún concurso que nunca se celebrará. No me hago ilusiones, mi único consuelo es poder despedirme de ella.
 

domingo, 7 de agosto de 2022

Reto de escritura 5 líneas – Agosto 2022 – Menudo, dudas y abrir.

 

No hay dudas de lo que vio, había entrado una anciana andrajosa y había salido un niño menudo y trajeado. Ahora junto al buzón buscaba la manera de abrir su puerta forzando la cerradura con disimulo. Tiene que ser el acceso a uno de esos portales mágicos. Un clic metálico. Sonrió, a hurtadillas pasó al interior y entornó la puerta. Apagados maullidos. Un gato desconcertado escapó por la puerta entreabierta del buzón.

martes, 19 de julio de 2022

Reto de escritura 5 líneas – Julio 2022 – Terminado, pueblo y mujer.

 


 

Durante las semanas que la galerna azotó la costa una pez mujer encalló en la arena. Chloe, la loca del pueblo, la socorrió en los bajíos. Escuchó bajo una luna inmadura las leyendas de sus orígenes, cómo alcanzar las tierras de su añorada infancia. La chica, días después de que todo hubiera terminado, partió en una falúa. La perdieron de vista entre las olas. Desde entonces a la playa se la conoce como el Sueño de la Sirena.

martes, 28 de junio de 2022

PRESUNTO INOCENTE

 

  

Al ser menor de edad no pude verle, le encontraron caído en su cuarto, en su puño un bote vacío de barbitúricos. Al viejo matasanos no le hizo falta más para concluir lo sucedido: Huérfano, introvertido, veintiún años… un accidente. Él párroco no hizo muchas preguntas y la familia lo enterró de inmediato. Mi padre prohibió que saliera de casa pero pocos días después me escapé consumida por la pérdida.
Atormetada podría haber cerrado los ojos, como aquella primera vez, agarrada a su brazo, seducida por el aroma de los cipreses, las calas maceradas, el susurro del céfiro acariciando el vello bajo mi vestido y el canto del Cuco, pero la fetidez del osario me devolvía al desolador rincón en que se había convertido nuestro patio de juegos en el camposanto. 
Aquellas noches fugaces entre velas y cartas del tarot, comunicándonos rara vez con los difuntos sobre frías losas sepulcrales. Extraviaba mi atención, tras alguna estrella fugaz, con el oculto anhelo de que se cumpliese mi petición y él se me declarase por fin. El desaliento regresaba a mi corazón camino al pueblo tras invocaciones, escalofríos de ultratumba, posesiones y risas incontroladas que brotaban de mi incredulidad. En ocasiones él turbaba su rostro para acabar diciéndome: Al final creerás. Pero mi sonrisa volvía a iluminar su rostro hasta que nos despedíamos a la vista de mi casa.
La noche de San Lorenzo quedamos temprano. Me musitó: Será una sorpresa inolvidable para el resto de tu vida. Mi corazón danzó, pero la lógica se impuso acallando mis fantasías y ahogó las ascuas de mi pecho evitando otra decepción. Fuimos hasta el cementerio y allí me vendó los ojos y me agarró de la mano. 
¿Dónde me llevas? —El silencio y un tirón en mi mano fue su única respuesta.
La noche estrellada posaba el relente perlado, pero el roce de su cuerpo mitigaba el frescor. Saliendo del camino me guió por un sendero estrecho e irregular entre matorrales y zarzas hasta llegar a un empedrado de grava. 
Sentí la presencia ante mí de una mole fría, silenciosa, que oprimía mi ánimo de forma tan insoportable que apreté su mano hasta que gritó lastimado. Me quité la venda e involuntariamente retrocedí intimidada. La que todo el mundo en el pueblo apodaba la “Casona del Indiano” acechaba repelente. A sus pies un gato negro escapó por el albañal de la puerta y en ese momento el sortilegio desapareció dejando un escalofrío persistente en mi espalda.
Con las ventanas cegadas, la oscuridad del interior no tenía sombras y en esa negrura él se desenvolvía como un murciélago tras su presa. Intuía su cuerpo oyendo sus pasos hasta que tropecé con el pasamanos de la escalera. Perdí la cuenta de los escalones mientras crispada ascendía apoyada en la polvorienta barandilla sin sentirle.
En el descansillo busqué de nuevo la seguridad de la barandilla, pero vencida y arrancada de su sitio mis brazos se tensaron en acrobacia buscando alejarme en equilibrio del abismo que imaginaba a mis pies. Arrastré los pies hasta apoyarme en la pared con la respiración agitada.
¿A qué juegas? —dijo desde no muy lejos—. Llevo un rato esperando. 
Te estaba poniendo a prueba —dije disimulando mi inseguridad antes de seguir sus pasos al gabinete próximo.
Al entrar tropecé con él y sus risas sonaron maliciosas en  aquel cuarto espacioso. Encendió por fin la vela sobre un pentáculo de tiza e iluminó la pared más alejada.
¿Ves? —dijo examinando multitud de símbolos, palabras, dibujos y manchas de humedad que tatuaban la desconchada pared con el mismo detenimiento que la tumba de un faraón—. Son mensajes del más allá, comunicaciones de aquellos que murieron sin poder transmitir sus últimas palabras. 
Su gesto, su postura encorvada y la luz de la vela proyectaban una sombra parecida a un córvido comiendo carroña al pie de un armario ropero alto, estrecho y desfondado. Reprimí la risa pero la mueca que puso desbarató mi intento y mis carcajadas llenaron la oscuridad.
Pareces un cuervo —dije y le quité la vela de la mano mientras le daba un beso en la mejilla. Sonreí ingenua, mis ojos vidriosos le devolvieron a este mundo cuando yo escapaba por la puerta pidiéndole que me atrapara.
Qué lejano parece ya el verano. Volveríamos allí muchas noches inolvidables, podría recordar cada símbolo, palabra y mancha que cubría aquellas paredes cual sepulcro egipcio. 
No sé cómo he vuelto a llegar aquí sola, de nuevo ante la huraña casona de ventanas tapiadas, sin ojos suficientes para mirar a diestro y siniestro, temblando con cada paso sin saber porqué, obligándome a no huir con cada crujido de la escalera, por cumplir la promesa que le hice en vida a mi amor, por conocer sus primeras palabras después de llegar al Tártaro, espeluznante desvarío premonitorio.
El cuarto parecía haber encogido con todas las inscripciones. Fui recorriendo minuciosamente cada pared hasta llegar al armario ropero, alargado, como un ataúd. Lo miré perpleja, no lo recordaba así. De pronto suspiré aliviada, recordando que siempre había permanecido abierto por no tener fondo. Mi respiración se aceleró al tirar del pomo, la vela dibujó una sombra huidiza en la pared y me acerqué un poco, olía mohoso. La pintura estaba arañada como si un loco hubiera intentado escapar atravesando la pared. Tragué saliva, retrocedí, mis labios temblaban incontrolados. Aparecían marcadas con las uñas estas palabras casi ilegibles: Estoy vivo, prima.
 
 
 
Esta es la historia que aporto a esta edición del concurso de El Tintero de Oro y que en esta ocasión está dedicado al Terror Gótico y a la obra del maestro del relato corto Edgar Allan Poe. Como solicitan las bases del concurso se pide que en narración debe aparecer un personaje, objeto o lugar de alguno de los cuentos de este autor. Yo he elegido el Cuervo y el Gato Negro. Aunque aparecerán otros lugares comunes de la obra de este gigante de la literatura.

Espero que disfruten con la lectura del relato.

 

 

miércoles, 8 de junio de 2022

Reto de escritura 5 líneas – Junio 2022 – Mundo, diferente y trabajo.

 

—Fíjate en ese mundo.
—¿El azul y blanco?
—Sí, parece diferente ¿no?
Sopesó la respuesta sabedora de que tenía trampa.
—Elementos similares, temperatura homogénea, atmósfera desarrollada, pero… ¿Es al que dedicaste más trabajo?
—Así es. Las primeras especies dominantes no resultaron viables por su incapacidad para sobrevivir en un entorno hostil. La última se adaptó y logró evolucionar… aunque ahora se matan entre ellos.
—Apruebas la asignatura de Sistemas Estelares seguro.

domingo, 8 de mayo de 2022

Se cumplen cinco años del nacimiento de la última niña

 


Hoy se cumplen cinco años del nacimiento de Esperanza, una mulatita preciosa que pasó desapercibida para su matrona en el Hospital General de Mavalane en Maputo, y sin embargo, pocas semanas después se convirtió en una celebridad mundial muy a su pesar. Esperanza Santana Do Mato fue la última mujer en nacer en nuestro planeta, desde entonces solo nacen niños, y nada más que niños.

Nadie sabe aún el origen de esta catástrofe, aunque la comunidad científica internacional comenzó de inmediato los ensayos con numerosos voluntarios, se desconoce el vector que originó tal desgracia: Un virus, la alimentación, la contaminación, los hábitos sedentarios, una mutación genética vinculada con un número ya superado de generaciones. Las grandes multinacionales tecnológicas a pesar de los fracasos en el desarrollo de úteros artificiales o en alcanzar la llegada a término de embriones en huéspedes no humanos continúan invirtiendo ingentes cantidades de dinero sin caer en el desánimo.

No obstante han comenzado a tomar medidas más drásticas: Las niñas hasta su madurez sexual estarán bajo la custodia y patria potestad del Estado, se ha legalizado la poliandria, ninguna mujer fértil podrá salir sola a la vía pública si no es acompañada por una escolta policial. Comenzaron las desapariciones, secuestros, asesinatos. En algunos países del Tercer mundo ha sido motivo de conflictos diplomáticos, bloqueos económicos, enfrentamientos armados.

Nos queda poco tiempo, pero no perdamos la esperanza, al fin y al cabo, la vida es tan… sutil, bella, efímera, todo puede finalizar con la última mujer, Esperanza.